Por Pedro Pablo Peñaloza, desde Caracas. Agosto 5, 2009

Un kilogramo de harina de maíz blanco "Venezuela Socialista": 0,83 dólares.
Un vehículo "Turpial": 13.674 dólares.
Un teléfono móvil "Vergatario": 23 dólares.

Una pistola "Zamorana": 565 dólares.
Convertir un Petroestado caribeño en un "paraíso socialista": no tiene precio.

Hay ciertas cosas que las mayorías no pueden comprar, para todo lo demás existe Hugo Chávez.

La revolución bolivariana no es un mal. Es un mall. "¡Señora, no deje de ponerle el Guayuco a su muchacho. Tremendo Guayuco, compadre. El Guayuquito para que se vea el carajito más bonito del mundo!", promocionaba Chávez el domingo 21 de junio, durante la emisión número 334 de su programa Aló Presidente.

Guayuco es una palabra utilizada por los indígenas de estas tierras para nombrar a los taparrabos. Y, a partir de este año, Guayuco es también la marca de los pañales que sacará al mercado el gobierno venezolano. Los Pampers chavistas, pues.

Como todo buen comerciante que se precie, Chávez aclaró que su mercancía es inigualable. Primero, es socialista. "Pañales de alta calidad, nada que envidiarles a los que llaman 'Premium', porque el capitalismo divide hasta a los niños en clase alta 'Premium'". Luego, su diseño aguanta todo. "El popular que venden por ahí es de muy mala calidad. Cuando el niño hace pipí, cuando el niño hace pupú, a veces se chorrea, porque el pañal es un fraude, y los llaman 'populares'".

Al mandatario venezolano le gusta definir su acostumbrado espacio televisivo como una cátedra para estudiar y comprender el socialismo. Sin embargo, aquel 21 de junio tuvo más de televenta que otra cosa. "¡Tome Juvita, sea joven eternamente, tome Juvita!", prosiguió el jefe de Estado, publicitando un refresco de uva que fabricará su administración. En esta ocasión, el líder anticapitalista sirvió de modelo. Probó un sorbo de la bebida y de su tonificada garganta salió un vibrante "¡aaahhh, qué sabroso!". Después, recomendó a la audiencia: "En vez de estar tomando por ahí Coca no sé qué cosa y Cola no sé qué cosa, tome Juvita".

Antes de cerrar la tienda, Chávez exhibió el vinagre Mara, otra invención de su gobierno, y le atribuyó cualidades "mágicas". "Tiene propiedades extraordinarias. ¡Usted llega a cien años y puede ser padre!", juró a los consumidores y soltó una risotada.

Un Estado con sobrepeso

Autos Venezuela

Para entender por qué el principal exportador de crudo del hemisferio occidental está preocupado por confeccionar pañales que no chorreen y embotellar vinagres más potentes que el Viagra, debe escucharse la voz del comandante: "Éramos una factoría petrolera, ése fue el papel que nos impuso el capitalismo mundial. Para allá afuera, bien barato. Y todo lo demás importado, bien caro. ¿Qué país se desarrolla así?".

En su afán por impulsar un "modelo productivo totalmente nuevo", el gobierno de Chávez se levanta como el principal empresario del país. Siempre enarbolando la bandera de la soberanía, en algunos casos intenta crear y en otros compra. Se calcula que en los últimos tres años, el Ejecutivo ha gastado 6 mil 636 millones de dólares en estatizaciones. Al saco se ha llevado desde cadenas frigoríficas hasta cementeras, pasando por corporaciones de lácteos, la telefónica CANTV y la sucursal del Banco Santander.

El ex viceministro de Industrias Elio Colmenares explica que el gobierno busca asegurar que la población tenga acceso a los bienes, contener la inflación (que en 2008 alcanzó 30,9%, la peor de la región) y romper la dependencia del país con respecto a los productos extranjeros.

"Ésa es la política que históricamente ha promovido la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), con la única diferencia de que este gobierno lo hace con más agresividad, garantizando la transferencia tecnológica y asumiendo la mayoría accionaria de las empresas socialistas, para garantizar que el proyecto llegue bajo su control hasta el final", ilustra Colmenares.

"Patria o muerte... compraremos"

La quincalla chavista

En Venezuela la revolución es de "masas", incluida la de maíz para hacer las arepas. El ministro de Comercio, Eduardo Samán, anunció en junio que el gobierno de Chávez instalará una "arepera socialista" para ofrecer este alimento a un "precio justo", alejado de los estándares capitalistas.
Samán recordó que contaba con lo necesario para montar el negocio: harina de maíz precocida, quesos, cochino, carne de res, pollo y un larguísimo etcétera, construido gracias a un barril de petróleo que en 2008 llegó a cotizarse a 86,73 dólares en promedio.

Si bien el presidente venezolano ha aclarado que no existe una receta para aplicar su socialismo del siglo XXI, pudiera sugerir ésta para elaborar las arepas antiimperialistas:

Colocar harina de maíz blanco "Venezuela Socialista" en una olla con agua.

Echarle una cucharadita de sal de "Sacosal", empresa mixta de propiedad "socialista" reflotada por Petróleos de Venezuela (PDVSA).

Luego, cuando ya estén listas, rellenarlas con queso blanco pasteurizado "CVA Familia", sardinas "La Gaviota" o con la carne de res que proviene de los mataderos Fribarsa y Fricapeca, controlados por Chávez expropiación mediante.

Para evitar atragantarse, en la despensa revolucionaria se encuentran leches y jugos "Los Andes" -que antes de su nacionalización dominaban el 35% del mercado- y la bebida de chocolate a base de soya "CVA Familia". Además está el "Café Venezuela", que ha osado penetrar el mismísimo Imperio. Esta infusión, dice con orgullo la Cancillería, se consigue en las tiendas de las estaciones de servicio Citgo, filial de PDVSA en Estados Unidos, ubicadas en Filadelfia, Boston y Chicago.

El catálogo de productos de la revolución bolivariana es extenso y no se agota en el sector de los alimentos. Al grito de "¡Patria o muerte… compraremos!", aquí se detalla una muestra de las mercancías endógenas confeccionadas por Chávez, adalid del movimiento anticonsumo a escala global:

1.- Ha dicho que no todos pueden aspirar a tener un automóvil, porque atentaría contra el medio ambiente. Sin embargo, se ha empeñado en ensamblar los más baratos del mercado. La casa matriz se llama Venirauto, empresa con capital mixto entre Venezuela e Irán. Sus modelos son "Turpial", un hatchback de cinco puertas que cuesta 13.674 dólares, y un sedán "Centauro" de motor 1.8 litros, cuyo valor asciende a US$ 19.767. El presidente ha entregado, al menos, 950 de estos vehículos a militares y funcionarios. Todos tienen aire acondicionado, reproductor de CD, seguros eléctricos, reloj digital, cinturones de seguridad y portavasos. Nada que ver con los Lada soviéticos y muy semejantes a los Ford norteamericanos.

2.- No será tan inteligente como otros, pero sin duda su nombre es más gracioso: el teléfono móvil "Vergatario". Es un modelo ZTE 366, con plataforma CDMA, color plata y bordes naranjas. El responsable de hacerlo es Venezolana de Telecomunicaciones (Vetelca), empresa mixta con 85% de capital nacional y 15% chino. Cuenta con cámara de video sencilla, juegos, cronómetro, mensajes de texto, radio MP4 y animaciones. Durante el golpe de Estado en Honduras, Chávez se comunicó desde su "Vergatario" con el embajador de Venezuela en Tegucigalpa. Su precio: 23 dólares. Y el próximo paso: el "BlackVergatario", para competir con los BlackBerry.

3.- Aunque se declara roja, la revolución también ofrece línea blanca. A través de su red de distribución Mercal, el gobierno venezolano vende neveras de 10 y 12 pies, lavadoras de 5 y 6 kilos, y cocinas con o sin horno. Los proveedores chinos, Haier Electrical Appliances Corp. Ltd., recibieron 7 millones de dólares a cambio de 14.388 electrodomésticos y una promesa: el intercambio de tecnología que permitirá fabricar estos bienes en el país. Los precios de estos aparatos oscilan entre 717 y 521 dólares.

4.- En 2005, el presidente de la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim) reveló, entre bombos y platillos, que diseñaba una pieza que estaría a disposición del "público en general" por la mitad del costo de un arma capitalista. Tentadora oferta en un país donde, según cifras oficiales, más de 12 mil personas son asesinadas al año. Se trata de la pistola semiautomática "Zamorana", 100% made in Venezuela. Calibre 9 milímetros y con capacidad para 15 cartuchos, su valor asciende a 565 dólares. Igualmente, Cavim trabaja en la elaboración de la escopeta "Zamorana", la subametralladora "Orinoco I", los revólveres "Rápida Respuesta Revolucionaria" y "Miranda", y la granada defensiva "Maisanta". Lo dicho: la revolución es pacífica, pero no está desarmada.

"Patria o muerte... compraremos"

5.- Venezuela e Irán están creando máquinas "Atómicas". Así Chávez bautizó unas bicicletas que se construyen en el país con la colaboración de Teherán. El presidente escogió ese nombre para burlarse de la Casa Blanca, que acusaba a Caracas de transferirle uranio al régimen de los ayatolás.

6.- Bill Gates le llamará BIT, pero el comandante le dice VIT (Venezolana de Industrias Tecnológicas). La fórmula se repite: El socio chino aporta los conocimientos y el Estado criollo el dinero. Produce 4 modelos de escritorio y dos portátiles, que van desde los 1.627 hasta los 589 dólares. Todos configurados con software libre. ¡Microsoft no pasará!

7.- Cristo prometió levantar un edificio en tres días. La revolución se tarda cinco más, pero a cambio asegura una obra con 70 metros cuadrados de construcción, tres habitaciones, dos baños, sala comedor, cocina y área de servicios. Son las "Petrocasas", viviendas prefabricadas, hechas con policloruro de vinilo por la corporación petroquímica venezolana (Pequiven). En un país donde el déficit habitacional supera los 2 millones 500 mil unidades familiares, Petrocasa se trazó como meta en 2009 realizar 15 mil viviendas. El invento ha traspasado las fronteras: instalaron 112 en Cuba, 108 en Perú y 100 en República Dominicana. El gobierno afirma que las "Petrocasas" costarán 50% menos que una vivienda tradicional, y que su temperatura interna será 4 grados centígrados inferior. Es decir, a más petróleo,  menos calor de hogar.

8.- Chávez no atropella como un bulldozer. Jamás. Él aplasta cual Veniran tractor. Junto con los iraníes, el gobierno abrió una corporación que realiza siete tipos de tractores.

9.- Es un Frankenstein con ruedas. Tiene partes de México, Estados Unidos, Asia y Venezuela. Son las camionetas "Tiuna", diseñadas por la Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares (Cavim). Están la "Tiuna Sport", el "Eco-Tiuna", que sirve para la recolección de desechos y el saneamiento ambiental, el "Tiuna Ambulancia" y el "Petro-Tiuna", para la industria de los hidrocarburos.

Ningún nicho de mercado le es ajeno a Hugo Chávez. Con la misma facilidad que empaca frijoles, ofrece vender toallas sanitarias (¿qué nombre les irá a poner?) y mete su cuchara en el mundo de la restauración.

El 6 de marzo pasado, el presidente exclamó: "Yo voy a tener que inventar unos restaurantes populares". La inspiración le sobrevino al percatarse del crecimiento de la inflación en esos establecimientos. "¿Quiere usted cenar con su señora el Día de los Enamorados?", preguntó y, de inmediato, con una sonrisa continuó en tono de spot publicitario: "Restaurante Chávez… con velita y todo".

Oferta engañosa

Miles de venezolanos consideraron un gesto de ternura obsequiar a sus progenitoras un Vergatario. El jefe de Estado había aseverado que ese teléfono móvil estaría al alcance del público el segundo domingo de mayo, para celebrar el Día de la Madre. No obstante, muy pocos tuvieron el privilegio de adquirir un artefacto que está dirigido a las mayorías.  "Queremos satisfacer la demanda, pero no podemos fabricar miles de un solo tiro", se excusó la presidenta de CANTV, Jacqueline Faría.

En realidad, Chávez es mejor vendedor que fabricante. Las marcas de sus productos son conocidas, aunque son invisibles en la calle. La planta de Venirauto puede ensamblar 4 mil vehículos al año, mientras que en el país se venden en ese mismo periodo 400 mil. Vetelca (responsable del "Vergatario") tiene capacidad para atender el 3% del mercado de teléfonos, al tiempo que VIT (encargada de las computadoras) puede lanzar 150 mil equipos al año, cuando las exigencias locales superan el millón.

El ex viceministro de Industrias, Elio Colmenares, reconoce la disonancia. "Hoy no estamos marcando el mercado, no se está cubriendo la demanda y eso hace que el producto no se vea". La dependencia en el campo tecnológico tiene su réplica en el sector alimentos. En 2008, Venezuela importó 7 mil 577 millones de dólares (299% más con respecto a 2005) para cubrir rubros tan sensibles como el maíz, el arroz, el azúcar, la leche y la carne de res.

Al frente de las empresas de la revolución no está el "hombre nuevo". Hasta el Partido Comunista de Venezuela, aliado de Chávez, ha denunciado que la administración de las corporaciones estatales copia el "modelo capitalista", incurriendo en actos irregulares y maltratando a los obreros.

Entonces, lo barato sale caro. "La ineficiencia, el clientelismo y la corrupción se pagan con impuestos, vías en mal estado, y hospitales, viviendas y escuelas deterioradas", advierte José Antonio Gil Yépez, presidente de la encuestadora Datanálisis.

El comandante reniega de las ganancias. Ha decretado que, por socialistas, sus empresas no las necesitan. Que esas son veleidades capitalistas. Empero, Gil Yépez observa que estos productos arrojan otro tipo de utilidades. "¡Cómo que no hay lucro! Claro que hay un lucro, de tipo político-electoral, y el único beneficiario es él".

Críticas aparte, debe admitirse que Chávez es un genio del marketing. Incluso, le ha hecho un branding a la marca "Venezuela": redecoró el escudo de armas de la República, le agregó una octava estrella a la bandera y le añadió el cognomento "Bolivariana" al nombre del país. Todo un diseñador. Hugo Boss.

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